martes, 2 de octubre de 2012

Tomares, Sevilla, Andalucía... lluvia fina

A muchos les extrañará que este aficionado a blogger muestre su verdadero rostro de una vez por todas, así, sin más, y casi sin venir al caso, sobre todo, teniendo en cuenta la sarta de mentiras vertidas por los contrarios al que escribe,-más que por inquina, por desconocimiento-,  y el silencio de los creen, en su necedad institucional, que la crítica es una herramienta usada para sus propios intereses, confundiendo así la lealtad ideológica con el servilismo más ignorante. 

Y es que la lluvia fina es lo que tiene. Pone rápidamente alerta al que le pilla desprevenido, hace que parezca que todo se empapa de su leve manto, aparenta dominar el cielo anunciando la tormenta postrera pero, al final, la verdad de la presión atmosférica deja muy a las claras la realidad de la ineptitud de la lluvia fina para culminar esa vocación de ser verdadero fermento, verdadero artífice de vida, verdadero gestor desinteresado al servicio de los ciudadanos, que caminando ellos por las calles de Andalucía, de Sevilla, de Tomares creyeron que por fin llegarían las redentoras aguas del cambio. Sin embargo, la lluvia fina, consigna de esta Andalucía, de esta Sevilla, de un Tomares harto de sequía, no consiguió, siquiera marinar un poco el deseo de ilusíón y de prosperidad social.  

La lluvia fina. Esta lluvia fina constituye la llave de un proyecto vacío, lamentable y que sólo sirve para que los egos y los intereses personales no queden malogrados tanto por la inexistente democracia interna como por la aparente democracia externa del bipartidismo caciquil y decimonónico.

Andalucía sigue perdida. Sevilla sigue igual. Y Tomares...

2 comentarios:

Curioso posicionamiento de quien participa de una manera activa y muy reciente de la vida política de uno de los partidos, apoyando con su firma la línea oficial y depositando ayer mismo -como quien dice- su voto (secreto, ciertamente, y posible y legítimamente discrepante) para la consolidación de ese bipartidismo. Ese voto, fuera SI o un indignado "en blanco" (no cabían alternativas), valida todo el proceso como democrático, esa democracia interna cuya inexistencia proclamas en ese partido decimonónico y caciquil a cuyo órgano de dirección perteneces.
El bipartidismo no es más que la consecuencia de la convergencia de los postulados de todos los partidos, cuyos idearios buscan servir a una sociedad cada vez más convergente en sus aspiraciones, nivelada e igualitaria. Bien cierto que siguen habiendo enormes diferencias entre los más altos y los más bajos, pero cada vez somos más los de enmedio, que renunciamos a aventurerismos de un signo u otro y lo que deseamos es consolidar una clase media libre de prejuicios y atenta a nivelar (por arriba, no por abajo). Los países sajones "disfrutan" de un bipartidismo consolidado, aderezado con algún partido liberal (ni chicha ni limoná) que en ocasiones puntuales determina la vía política. En los casos en los que el voto se fragmenta en grupúsculos (véase el caso de los Países Bajos) el gobierno se vuelve imposible, y es ahí donde además los intereses personales y de partido se anteponen a cualquier otro. En Andalucía o en Extremadura (para que no pienses que sólo veo lo que me interesa) tenemos ejemplos de lo que es abdicar de los principios a cambio de...
Tú, amigo bloguero, y yo somos dos gotas de esa fina lluvia, y aunque no lo creas, tus opiniones y las mías circulan y acaban teniendo valor en nuestro partido.

No es ese el concepto que tiene nuestro alcalde de "la lluvia fina" de todas maneras escribe mas para el pueblo llano, te recuerdo que ya no eres cura.
Faustino

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